MariaE. Turismo y Mas te cuenta: Una vez mas la naturaleza le gana al hombre.


Las organizaciones de ecologistas y las comunitarias de Puerto Rico, anotaron este año otra gran batalla al no permitir que fuera urbanizada una franja selvática de la costa norte de la isla. Fue una gran pelea en donde estuvieron conocidos artistas, autoridades insulares, entre otros.


El pasado mes de junio se firmo la ley que limita la urbanización del llamado corredor del noreste de Puerto Rico. La designación de este sitio como reserva natural, prohíbe la construcción de centros turísticos grandes, aunque se deja abierta la puerta para que empresarios puedan construir allí pequeñas instalaciones turísticas que sirvan para la practica del turismo de naturaleza o ecoturismo.

Con la firma del convenio parece que termina un capitulo mas de la novela de Amor y Odio existente entre el turismo y la naturaleza. Esta vez a favor de la segunda.

Es paradójico pensar que la industria del turismo se haya convertido en uno de los causantes de la degradación del medio ambiente en el mundo, con el objeto de buscar enclaves para el ocio, descanso, y entre otros disfrutar de los bellos paisajes de la naturaleza del mar o de un salto de agua o de algún espectáculo de vegetación.

Cadenas hoteleras como el Marriot internacional o el Four Seasons Hotels, quienes planeaban despegar vastos hoteles, residencias de lujo, campos de golf, entre otras asombrosas construcciones e inversiones en el corredor ecológico del Noresnorte. En los cálculos que se hicieron no entraban los equilibrios del ecosistema, que han servido de hábitat  para las múltiples especies de aves que habitan, en especies raras o en peligro de extensión.

Ante la legión de turistas que soñaban traer esas cadenas hoteleras, ¿qué espacio hubiera quedado en esas playas para el desove de la tortuga marina más grande del mundo, la tinglar, símbolo del Corredor?

De haber prosperado tales planes, se hubieran marchitado, justamente, los atractivos que encandilaban a los inversionistas de Marriot y Four Seasons. Pero en la carrera por engrosar ganancias, la industria del ocio sabe amortizar inversiones para buscar luego otros lugares o fabricar allí mismo otros atractivos. Más triste papel queda reservado al medio ambiente y a las economías locales.

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